Fuisteis yo

Tatiana Abellán

De cómo somos nuestros recuerdos o cómo podemos imaginar el pasado.

 

EL PROYECTO.

“Fuisteis yo” es una propuesta artística transdisciplinar que intenta construir una suerte de autorretrato a partir de imágenes encontradas del pasado. Las fotografías con las que trabajo, lejos de pertenecer a mi álbum familiar, son adquiridas en rastros, anticuarios, mercadillos e incluso donadas por amigos y conocidos que aún a sabiendas de que esos documentos forman parte de su historia personal son incapaces de ubicarlas, ponerles nombres, o ni tan siquiera grado de parentesco. Estas instantáneas, creadas en origen para mantener viva la memoria, pasan a ser la representación absoluta del olvido, de la fragilidad de la memoria. Perdida la historia de cada retratado, la individualidad que nos convierte en únicos, se convierten en insignificantes registros históricos o sociológicos, sin valor más allá del anecdotario. Sin embargo aún conservan la fuerza suficiente como para hacer de espejo; y el reflejo que devuelven nos recuerda que en poco tiempo la mayoría de nosotros también seremos olvidados. Pasado y presente, en un perpetuo movimiento pendular, están más interconectados que nunca. Sus historias son la mía. Ellos fueron yo, y yo seré ellos.

Una vez seleccionadas aquellas imágenes con las que sentí una conexión especial fueron tratadas químicamente para ser “borradas” prácticamente en su totalidad. A pesar de que ya habían sido descartadas, desactivadas, relegadas al olvido, algo en ellas se resiste a marcharse por completo, y este aparente proceso de destrucción, de mutilación irreversible, se convierte de forma paradójica en un desesperado intento de hacerlas revivir, en una última oportunidad para volverlas a ver. Al conservar un fragmento mínimo de esa imagen, apenas un uno por ciento, no hago sino reivindicarla. Nada permanece. Y sin embargo algo queda.

En esta primera fase del proyecto el único rasgo que comparten todas las imágenes es que son fotografías tomadas de 1881 a 1981, el año de mi nacimiento. Cartes de visite, formatos cabinet, albúminas, tarjetas postales… Fotografía de estudio y amateur de diferentes personas, épocas y situaciones, de las que se ha “reservado” un único punto, en este caso las manos, que es el encargado de condensar todo el significado. Lo suficientemente expresivo como para contar una historia, pero prescindiendo de un contexto que sólo podemos intuir, en parte gracias al subtítulo que acompaña cada pieza, que vendrá dictado por los datos de la reversa de las fotografías, véase, el nombre, la dedicatoria, la fecha, la ciudad, el nombre del estudio fotográfico o la marca y clase de papel utilizado.

Se trata, por tanto, de un proyecto muy sutil y sencillo, pero de gran carga poética y con un denso significado conceptual. A estas imágenes de pequeño formato se une una fotografía inglesa sobre cartón de principios del siglo XX, que días después de haber sido borrada selectivamente fue recobrando su forma original, ofreciéndome literalmente esa resistencia a la desaparición que, una vez sobrepasado mi estupor, no pude sino respetar. Finalmente, a modo de lacrimario, cierra el proyecto una pequeña y antigua botella de cristal que contiene parte de esas emulsiones que he ido eliminando, como si en la fisicidad de la materia se conservara, aún de forma ilegible, parte de esas historias.

 

LA HISTORIA.

Durante el año que estuve estudiando en la Academia de Bellas Artes de Roma, y por dos desafortunados accidentes, perdí todas las copias de imágenes de mi estancia en la ciudad. Más de 4000 fotografías, algunas de las cuales aún consigo recordar nítidamente, se fueron para siempre. La sensación de pérdida y la imposibilidad de recuperarlas me llevaron a atravesar por un proceso de duelo, en sentido laxo. Hoy, diez años después, siento la necesidad de recuperarlas, no esas exactamente, ni siquiera las de esa época, sino todas las imágenes de mi vida, de la que viví, quise vivir o pude haber vivido, y que de alguna manera, simplemente por el hecho de elegirlas, serán algo mías.

Así, enlazando con mi línea de investigación artística centrada en el cuerpo y en la experiencia autobiográfica, este trabajo, consiste en recopilar, clasificar, documentar, fotografiar o filmar cualquier imagen u objeto que, por diferentes motivos, me “punce”, en el sentido barthesiano del término, de manera que puedan ser entendidas por mí como documentos de mi propia vida, como testimonios de mi existencia, sin que, evidentemente, en ningún caso me encuentre yo presente de manera literal, redefiniendo de esta manera el significado de subjetividad. La afectividad y la empatía, los procesos no racionales en definitiva, serán las que vertebrarán la creación de una memoria perfectamente medida y racional. Y para llevarlo a cabo tres serán los conceptos clave que atravesarán el proyecto en el que aún me veo inmersa: identidad, memoria y trayecto.

Sucede frecuentemente que no nos reconocemos en imágenes de nuestro pasado. Otras sin embargo, sin motivo aparente, nos resultan extrañamente familiares, y podríamos encajarlas perfectamente en situaciones vividas, con gente cercana, en lugares muy próximos a nosotros aunque sean de otra época, con otros países y seamos incapaces de poner nombre a sus protagonistas. La experiencia con una imagen es algo extremadamente íntimo y personal. De esta manera consideraba Barthes que una foto de su madre a los 5 años, era la que mejor la retrataba, o podemos reconocernos en ciertos gestos de otras personas.

Este trabajo consiste, por tanto, en la creación de una identidad múltiple, una identidad construida desde afuera, buscada en el otro. Una identidad forjada a través del trabajo consciente de la memoria y de lo material, conceptos clave en el arte actual.

Estrella de Diego, al preguntarse en su ensayo No soy yo quiénes somos cuando nos narramos, introduce una idea clave en la producción contemporánea, que es la de verdad y autenticidad en los, cada vez más frecuentes, relatos culturales autobiográficos. ¿Somos lo que creemos que somos? ¿Somos lo que creen los demás que somos? ¿Podemos ser otros? ¿Qué parte de nuestras vidas decidimos? ¿Podemos reescribir el pasado? De Diego afirma que a través de una manipulación descarada de los recuerdos, los espectadores han acabando por cambiar su manera de contemplar el arte al contaminarlo todo con una subjetividad cada vez mayor. De esta manera asegura que aunque las experiencias personales estén cada vez más presente en el arte, también lo hace la fantasía, pues es imposible mantener una objetividad absoluta en la mirada. Así, en nuevas formas de expresión como la performance, el que contempla forma parte de lo que se representa. Yo, cada vez que me contemple a mí misma al mirar las imágenes de otros, me apropiaré de ellas, las haré mías. Llegaré hasta la memoria latente, activaré el pasado y estas imágenes pasarán a formar parte de mi vida, siempre por elección, recordando así la noción de Nonumento reclamada por Andreas Huyssen.

Por último, podríamos enmarcar esta propuesta bajo una lectura benjaminiana del artista como historiador, y a su vez como el “historiador trapero”, aquel que sirviéndose de los deshechos, de los restos; del pasado, reescribe la Historia, recuperando el azar y la particular relación con los objetos de los surrealistas o dadístas, de los que me siento deudora.

 

Tatiana Abellán,

Los Ángeles, California.

Julio de 2013.